viernes, 9 de diciembre de 2011

El fotoperiodista es capaz de impulsar cambios trascendentales a través de su cámara

La comunicación visual de los sucesos está marcada por el compromiso de los fotógrafos y por las nuevas posibilidades de la técnica fotográfica. Las fotos de conflictos anteriores a la guerra civil española eran sólo tangencialmente ilustrativas, y carecieron de sello y el autor que tuvieron en España. No sólo por los impedimentos mecánicos sino porque faltaba reporteros con sentimiento de solidaridad, de identificación, de pasión, que comienza a darse de un modo determinante en la guerra civil española.
Si hubiera que marcar un hito en el reportaje bélico moderno, éste sería la imagen del miliciano muerto de Robert Capa. 

Capa se mantiene en su puesto para captar a los cuerpos en movimiento, los rostros atemorizados, la tensión del momento, haciendo célebre su lema "si tus fotografías no son lo suficientemente buenas, es porque no estás lo suficientemente cerca."
En la sociedad de hoy donde proliferan las imágenes de todo tipo, la persona se ha acostumbrado a que un objeto familiar pueda parecerle extraño y uno exótico nos parezca cercano. Ya hemos visto gran parte del mundo a través de imágenes, así como las diferentes formas de vivir. En este contexto debemos situar el fotoperiodismo actual, con la proliferación de la imagen los fotógrafos actuales sienten la necesidad de impactar a los espectadores para captar su atención y conducirlos a la lectura de la noticia. Esta espectacularización de la imagen periodística es criticada y a veces los diarios que prefieren sustituir esta por un material más ligero. Sin embargo es el mundo del arte el que recibe cordialmente este material documental.
Algunos fotoperiodistas opinan que hay que hacer interesante lo que es importante para que los ciudadanos reaccionen frente a las injusticias. Javier Bauluz fotografió en la playa de Zahara de los Atunes en Tarifa en el año 2000, una pareja bajo una sombrilla con el cadáver de un inmigrante ahogado al fondo. La imagen conmovió al público, y recibió también muchas críticas, como la de Arcadi Espada que calificó la fotografía de estafa o mentira, sin embargo, The New York Times, la llevó a sus portadas. En la imagen, Bauluz quiere simbolizar la indiferencia colectiva frente al problema de la inmigración. Para esto el fotógrafo eligió un encuadre que aislaba a otros personajes presentes en el drama: policías, médicos, curiosos y otros. Pero la fotografía no se puede definir como falsa, no está realizada bajo métodos que deformen la realidad. 

“Yo tenía 20 años. Mi hermano siempre me contaba historias de la guerra. No quería que la gente siguiera muriendo. Creía en el poder de las fotografías, me decía, si el mundo ve lo que está sucediendo en Vietnam querrá poner fin a la guerra.” Nick Ut

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